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some fairs and the new trends have globalized the region using a wrong concept of the contemporary Latin American art.

martes, 20 de abril de 2010

BA MAG MARZO 2010

ENTRE EL AZAR Y LA IDEA Texto: Cecilia Acuña • Fotos: Alejandro Peral

Si bien SuS pinturaS pueden parecer eSpontáneaS
e improviSadaS, cuando Se contemplan con
Serenidad, eS poSible detectar una intención
máS allá del caoS ordenado de coloreS y
trazoS. eS que SebaStián maSegoSa Se arrieSga
haSta loS límiteS del arte a travéS de técnicaS
experimentaleS que convierten a SuS obraS en
imágeneS freScaS y SeductoraS.

Entre el azar y la idea
Cuando se atraviesa el enorme portón del galpón-atelier de Sebastián
Masegosa la temperatura baja alrededor de 10 grados. En la calle hay 34 y
el rayo de sol no perdona. En cambio, el interior de este espacio, ubicado
en una zona de casas bajas de San Isidro, refresca no sólo el cuerpo, sino
también todos los sentidos. Desde el umbral, el paisaje ofrece un perfecto
plano en profundidad de campo: un intento de living al principio, algu-
nas mesas repletas de objetos no identificables y un rectángulo en L bien
delimitado por dos largas tablas en la que se acomodan cientos de tarros,
pomos y latas de pintura de todas las variedades imaginables. En el centro,
un par de caballetes sostiene dos tablones de madera ubicados en paralelo
que sirven como mesa de apoyo para el trabajo del artista. Su colorido es
tan atractivo que la primera pregunta de esta cronista fue si esas dos eran
sus próximas obras. “Sabés que muchas personas vienen y piensan lo mismo.
De hecho, una conocida me trajo dos tablones nuevos para poder llevarse
los anteriores que fueron rematados en una obra de caridad. Me impresiona.
Los uso así porque me resultan cómodos, no son obra, pero llevan mi paleta”,
responde Masegosa mientras intenta encontrar el paquete de cigarrillos que
hace segundos sostenía en sus manos. El piso de cemento alisado también
podría confundirse con uno de sus cuadros. Pareciera como si el artista se
dedicara a probar sus creaciones en soportes no convencionales.
Nos sentamos en un costado de su espacio sagrado de trabajo, no hay
paredes, puertas ni cortinas que dividan ambientes. En el aire suena Talking
Heads, mientras la luz se mete por el ventanal que se abre hacia un peque-
ño patio jardín en el que pareciera que las plantas luchan por conseguir
un espacio propio. A pesar de los techos altos, no hay eco en el ambiente.
Una multitud de bastidores, lienzos y obra ya terminada se distribuye en
un caos ordenado por todo el atelier del joven artista reconocido por sus
pinturas abstractas.

Antes de empezar, con la vista todavía en proceso de búsqueda y los bra-
zos apoyados sobre el respaldo de la silla, el artista logra divisar el paquete
de Camel perdido entre los pinceles y los tarros de pintura abiertos a metros
de distancia. Sebastián Masegosa cuenta que nació en Buenos Aires en 1974
y que viene de una familia de artistas. “A los 15 años gané un premio de la
Casa de Cultura de San Isidro con un paisaje del barrio. La profesora que
presentó mi dibujo me aconsejó que no estudiara Bellas Artes, que siga pin-
tando, pero que hiciera otra cosa porque iban a encasillarme. Por eso, estudié
cine. La verdad es que nunca pensé que iba a vivir de lo que me apasiona
hacer, lo pienso y me parece increíble. Pero la realidad es que fui ganando
premios y becas que me dieron la posibilidad de elegir maestros y profesores
que me enseñaran diferentes técnicas en las que estaba interesado. Soy bastante
autodidacta, la carrera me la armé solo y hoy hay cuadros míos en todos los
continentes”, relata sin presumir, asombrado todavía de sus logros.
De hecho, del 26 al 28 de marzo próximos, sus obras participarán del “Sa-
lón de Arte Abordable”, en París y para mitad de 2010 ya tiene organizada
una muestra en la galería de Javier Baliña. Además de pintar todos días con
un necesario horario de trabajo y cierta disciplina, Sebastián es el líder de la
banda de música Urbana Mode en la que no sólo canta sino que toca el piano
o, mejor dicho, un teclado con sonido de sintetizador. Su hermano, su sobri-
no y un amigo forman parte de la banda que ya tiene un CD en venta y que
no para de hacer presentaciones en distintos bares de la ciudad.
Hablando de música, ¿en tus obras hay algo de musical?
Creo que sí. Creo que el arte va de la mano de todo: hago música, estudié
cine, dibujo, pinto y no es por acaparar, sino porque la necesidad de ex-
presión artística se canaliza a través de todos los medios. El tema es que la
sociedad necesita que nos ubiquemos en lugares fijos para que nadie pierda la
identidad y para saber que el mundo tiene un orden.

No te gusta que te encasillen, entonces.
La verdad que no, pero no es de anárquico, sino de honesto. Cuando
me dicen que soy informalista lo acepto aunque, me parece que si soy algo
de eso, soy neo-informalista. Es decir, utilizo técnicas de este movimiento,
pero no vivo en la época porque lo distintivo de algo no sólo es la forma
sino también el momento histórico determinado. Aunque quiera, no perte-
nezco a esa realidad y, en ese sentido, no soy informalista, incluso cuando
utilizo sus técnicas.
Entonces, preferís no definirte como un artista con esta o aquella
tendencia.
Siempre trato de escaparme un poco. En mi carrera, utilicé todas las téc-
nicas. Estudié dibujo: cuerpos, perspectivas, manejo de luz. Después, fui
adquiriendo nuevos conocimientos casi intuitivamente. Creo que fue lo
más sabio que hice sin saberlo. En lugar de recibir información a toneladas,
yo busqué en función de lo que necesité en cada momento.
¿Y con qué te quedaste?
En mi trabajo es muy importante el lado técnico y el lado creativo. Prime-
ro, están los colores, la tela, la técnica y después, viene el flash mental que
te provocan los primeros trazos. En mi caso, siempre estoy en búsqueda de
una realidad distinta. De una chispa que revolucione las emociones.
¿Seguís dibujando actualmente o sólo te dedicás a la pintura?
Hasta el día de hoy sigo dibujando como un ejercicio porque creo que es
la base de todo. El dibujo está en todo. Cuando tirás un balde de pintura en
una tela, es algo que uno hace al azar pero con una intención. Es decir, in-
ternamente, busco una conjunción entre lo que pasa sin que yo intervenga
y lo que tengo en mente. El azar está muy presente en mi obra, pero tiene
un polo metódico y una dirección. No es una anarquía plástica. Lo opuesto
sería hacer realismo: pintar con reglas, condicionándome a ellas como si
quisiera mostrar la capacidad que tengo para dibujar y pintar. Y la verdad es
que lo único que me importa es crear vida plástica, lo mío es un laboratorio
plástico. Conozco las técnicas, los materiales, los colores y desconozco el
azar, esa es la chispa que provoca que todo funcione. Mi arte es musical y
visual. La idea es que las personas sientan algo de eso.
Los colores, entonces, ocupan un lugar central porque ahí mostrás
parte de tu subjetividad.
La paleta de colores es el sello propio de cualquier artista. Cuando em-
piezo un cuadro, tengo una decisión tomada respecto de lo que voy a hacer.
Ahora, una vez que comienzo me entrego a lo que me dice la obra, a la
emoción que me genera lo que veo. Sé que no existe la creación emocional
pura, siempre hay estructuras detrás.
Hay que ser como Picasso: pintar como un niño conociendo todas y
cada una de las técnicas.
Exacto. El trabajo del artista es combinar la caja de herramientas con el
aspecto emocional más puro posible. Tal vez, por eso, de a poco, dejé de
mostrar la figura y la representación porque eso ya te condiciona. Mi bús-
queda artística apunta a lo emocional, a dejar fluir lo espiritual sin límites.
Pero siempre hay un condicionante, el solo hecho de sujetos con
tiempo nos modifica.
Sé que cuando me pongo delante de una tela, este primer acercamiento
no está despojado porque, desde el vamos, ya tengo el lienzo, el tamaño,
los colores y una idea en la cabeza. Lo importante es lo que viene después:
una combinación entre cómo voy a mover mi cuerpo y cómo la pintura se
va a mover y todo eso integrado con el azar. Yo me asombro con lo que va
pasando en la obra. Busco que la obra me hable.
Entonces, me imagino que tu idea es evitar estancarte, ¿no?
La búsqueda no termina nunca. Justamente, creo que el peor error es
repetir aquello que estuvo bien porque no dejás que el arte se mueva. Mi
trabajo como artista es permitir que la obra fluya y no dejarme condicionar
por cuestiones internas ni externas. Eso es la muerte del arte. Cuando uno
trabaja siguiendo un orden ya establecido, en este caso, estás pintando para
algo ya creado, ya repetido y estructurado.
Y en tu caso, ¿cómo intentás apartarte de los condicionamientos?
Mi visión del arte se relaciona con lo emocional, no con el aspecto inte-
lectual. No creo que el arte tenga que explicarse; si hay demasiadas ideas,
prefiero escribirlas y ponerles música. El sentido de mi obra plástica es la
emoción que provoca al hacerla y al contemplarla.

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